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.¡No! susurró ella.Jace la miró con sorpresa, y luego a Simon, que permanecía inmóvil, mirando el sol naciente como un ratón atrapado mirando al gato.Jace se puso rápidamente en pie y caminó tras la cabina de la furgoneta.Habló en voz baja.Clary vio que Luke la miró y a Simon, y luego de vuelta a Jace.Sacudió la cabeza.La camioneta dio bandazos hacia delante.Luke debía haber pisado el acelerador.Clary se agarró del lateral de la plataforma para sujetarse.Allá adelante, Jace estaba gritándole a Luke que tenía que haber algún modo para hacer que aquella maldita cosa fuera más rápido, pero Clary sabía que nunca dejarían atrás el amanecer.Debe haber algo, le dijo ella a Simon.No podía creer que en menos de cinco minutos había ido del increíble alivio a un increíble horror.Nosotros podríamos cubrirte, quizás, con nuestra ropa Simon estaba mirando todavía hacia el sol, con la cara blanca.Un montón de trapos no serviría, dijo.Raphael me explicó Son necesarias paredes para protegernos de la luz del sol.Ardería a través de la ropa.Pero debe haber algo Clary.Ella podía verle ahora con más claridad, en la luz gris de antes del amanecer, sus ojos enormes y oscuros en su blanco rostro.Alargó sus manos hacia ella.Ven aquí.Ella se estrechó contra él, intentando cubrirle el cuerpo tanto como el suyo le permitía.Sabía que era inútil.Cuando el sol le tocara, caería hecho cenizas.Ellos se quedaron por un momento en perfecto silencio, los brazos estrechados unos alrededor de los otros.Clary podía sentir la elevación y caída de su pecho un hábito, se recordó a sí misma, no necesidad.Él podría no respirar, pero sí podía todavía morir.No dejaré que mueras, dijo ella.No creo que tengas alternativa.Ella le sintió sonreír.No creí que volviera a ver el sol otra vez, dijo.Supongo que me equivoqué.Simon Jace gritaba algo.Clary subió la mirada.El cielo estaba inundado de luz de color rosa, como tinte vertido en agua clara.Simon se tensó bajo ella.Te quiero, dijo.Nunca he amado a nadie más que a ti.Hilos dorados se proyectaron a través del cielo rosado como el veteado dorado de un caro mármol.El agua alrededor de ellos brillaba con luz y Simon se puso rígido, la cabeza cayendo hacia atrás, los ojos abiertos llenándose con dorado como si un líquido fundido estuviera vertiéndose en su interior.Líneas negras aparecieron sobre su piel como un craquelado sobre una estatua destrozada.¡Simon! gritó Clary.Trataba de aferrarse a él pero se sintió a sí misma arrastrada de repente hacia atrás; era Jace, sus manos agarrándole los hombros.Ella intentó liberarse pero le sujetaba fuertemente; él estaba diciéndole algo en el oído, una y otra vez, y sólo después de unos instantes ella comenzó a entenderle:Clary, mira.Mira.¡No! Las manos volaron hasta su cara.Ella pudo probar el agua salobre del fondo de la plataforma en sus palmas.Era salada, como las lágrimas.No quiero mirar.No quiero Clary.Las manos de Jace estaban en sus muñecas, tirando de sus manos fuera del rostro.La luz del amanecer escoció en sus ojos.Mira.Ella miró.Y oyó su propia respiración silbar con severidad en sus pulmones mientras jadeaba.Simon estaba de pie en la parte de atrás de la camioneta, en un parche de luz de sol, con la boca abierta y mirándose hacia abajo a sí mismo.El sol bailaba en el agua detrás de él y los bordes de su pelo brillaban como el oro.No había ardido hasta hacerse cenizas, sino que estaba en pie sin abrasarse bajo la luz del sol, y la pálida piel de su cara, brazos y manos estaban completamente sin marcas.Fuera del Instituto, la noche estaba cayendo.El débil rojo de la puesta de sol brillaba a través de las ventanas del dormitorio de Jace mientras éste miraba la pila de sus pertenencias sobre la cama.La pila era mucho más pequeña de lo que pensaba que sería.Siete años completos de vida en este lugar, y esto era todo lo que tenía para demostrarlo: medio petate de ropas de valor, un pequeño montón de libros y unas cuantas armas.Él le había dado vueltas a si debía llevarse las pocas cosas que había salvado de la casa solariega en Idris con él cuando se fuera esta noche.Magnus le había devuelto el anillo de plata de su padre, que él ya no sentía agradable llevar.Lo había colgado en una cadena alrededor de su garganta.Al final, había decidido llevárselo todo: No tenía sentido dejar nada de él atrás en este lugar.Estaba haciendo el petate con la ropa cuando unos golpes de llamada sonaron en la puerta.Fue hacia ella, esperando a Alec o Isabelle.Era Maryse [ Pobierz całość w formacie PDF ]
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