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.Joshua soltó el brazo del bebé.Un chorro de sangre salpicó débilmente la mesa.Instantes después,un sonido parecido a un crunch húmedo y terrible llenó el salón.Abner Marsh, aún medio mareado, sacó de la bota el largo cuchillo de cocina y saltó de su silla conun grito, furioso y enloquecido.Sour Billy intentó detenerle por detrás, pero Marsh era demasiadofuerte y estaba demasiado furioso.Apartó a Billy de un golpe y se lanzó por encima de la mesa delcomedor hacia Damon Julian.Este apartó la mirada de los ojos de Joshua justo a tiempo y se echóligeramente hacia atrás.El cuchillo falló su objetivo de cegarle por una fracción de centímetro y abrióuna gran herida en el pómulo de su rostro.De la herida manó sangre y Julian emitió un gruñido desdelo más hondo de la garganta.Entonces, alguien asió a Marsh por detrás, lo arrastró lejos de la mesa y lo envió volando al otroextremo del salón.El desconocido le alzó en el aire y le lanzó a distancia, pese a sus ciento treinta kilos,como si fuera un niño pequeño.El aterrizaje le produjo un buen golpe, pero Marsh se las arregló pararodar sobre sí mismo y ponerse de nuevo en pie.Vio que había sido Joshua quien le había lanzado, y que era Joshua quien estaba ahora máspróximo a él.Vio que a su socio le temblaban las manos y tenía los ojos grises llenos de temor. Corra, Abner le dijo.Salga del barco, corra.Detrás de él, los demás se habían levantado de la mesa.Vio sus rostros blancos intensos y fijos enél, sus manos pálidas, fuertes y poderosas.Katherine sonreía, le sonreía con la misma expresión queAbner había visto en ella el día en que le sorprendió saliendo del camarote de Joshua.El viejo Simonestaba temblando.Incluso Smith y Brown se acercaban amenazadores hacia él, lentamente,acorralándole.Vio que sus miradas no eran amistosas y que sus labios estaban húmedos.Todos ellosavanzaban ahora hacia él y Damon Julian también salió de detrás de la mesa, casi sin hacer ruido, con lasangre secándosele en el pómulo y la herida cerrándose casi a la vista de Abner.Abner Marsh se mirólas manos y vio que había perdido el cuchillo.Retrocedió de espaldas, paso a paso, hasta tropezar conla puerta cubierta de espejos de uno de los camarotes. Corra, Abner repitió Joshua.Marsh abrió la puerta del camarote y retrocedió a su interior.Entonces vio que Joshua le volvía laespalda y permanecía entre él y los demás, Julian y Katherine y todos los demás, el pueblo de la noche,los vampiros.Y aquello fue lo último que vio antes de dar media vuelta y echar a correr.161CAPITULO DIECIOCHOA bordo del vapor SUEÑO DEL FEVRE, río Mississippi, agosto de 1857Cuando, a la mañana siguiente, el sol se alzó sobre Nueva Orleans como un abultado ojo amarilloque volvía carmesí la niebla del río y que prometía un día abrasador, Abner Marsh aguardaba ya junto alembarcadero.La noche anterior había corrido sin parar, por entre las calles iluminadas con farolas a gas delVieux Carré, como un loco, tropezando con los transeúntes, tambaleándose y resbalando, corriendocomo no lo había hecho en su vida, hasta que al fin advirtió que nadie le perseguía.Entonces, Marshentró en la primera taberna que vio y se tragó tres whiskys seguidos para detener el temblor de susmanos.Por último, ya próximo el amanecer, empezó a bajar otra vez hacia el Sueño del Fevre.Nunca entoda su vida había sentido tanta furia ni tanta vergüenza.Le habían hecho salir corriendo de su propiobarco, le habían puesto una navaja en el cuello y habían asesinado a un niño justo frente a sus narices yen su propia mesa.Nadie podía tratarle así impunemente, pensó.Ni hombres blancos, ni negros, nipieles rojas, ni tampoco ningún maldito vampiro.Se juró a sí mismo que aquel Damon Julian iba alamentarlo mucho.Había llegado el día, y los cazadores se convertían en presas.El muelle latía ya de actividad cuando Marsh llegó hasta él.Otro gran vapor de palas laterales habíaatracado junto al Sueño del Fevre y estaba descargando.Los vendedores ambulantes ofrecían frutas yhelados desde sus carros, y habían hecho su aparición un par de omnibuses de hoteles de lujo.El Sueñodel Fevre despedía vapor por las chimeneas, observó Abner entre la sorpresa y la alarma.Un humooscuro se enroscaba sobre el barco mientras abajo un grupo de estibadores cargaban las últimasmercancías.Apresuró el paso y se acercó a ellos, al tiempo que les gritaba: ¡Eh, vosotros, un momento!El mozo más próximo era un negro de fuerte constitución, de cabeza calva y brillante, a quienfaltaba una oreja.Al oír el grito de Marsh se volvió, con un Lonei sobre el hombro derecho. ¿Sí, capitán? ¿Qué sucede aquí? inquirió Abner.¿A qué viene todo este vapor? Yo no he dado ningunaorden. Yo sólo me ocupo de cargar contestó el otro.No sé nada más, señor.Marsh masculló un juramento y siguió adelante.Hairy Mike Dunne apareció balanceándose sobrela cubierta inferior, con la barra de hierro en la mano. Mike le llamó Abner Marsh.Hairy Mike frunció el ceño dándole a su rostro moreno un fieroaspecto de concentración. Buenos días, capitán.¿De verdad ha vendido usted el barco? ¿Cómo? El capitán York nos dijo que le había vendido usted su mitad y que no vendría con nosotros.Anoche volví un par de horas después de la medianoche, con algunos muchachos más, y York nos162contó que usted y él se habían discutido, que dos capitanes eran demasiados, y que usted le habíavendido su parte.También le dijo a Whitey que diera presión al vapor.Así se hizo, y aquí estamos.¿Escierto todo eso, capitán?Marsh estaba confuso.Los estibadores empezaban a reunirse a su alrededor, curiosos, y por ellocogió del brazo a Hairy Mike y le alejó de la rampa por donde subían las mercancías [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]
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.Joshua soltó el brazo del bebé.Un chorro de sangre salpicó débilmente la mesa.Instantes después,un sonido parecido a un crunch húmedo y terrible llenó el salón.Abner Marsh, aún medio mareado, sacó de la bota el largo cuchillo de cocina y saltó de su silla conun grito, furioso y enloquecido.Sour Billy intentó detenerle por detrás, pero Marsh era demasiadofuerte y estaba demasiado furioso.Apartó a Billy de un golpe y se lanzó por encima de la mesa delcomedor hacia Damon Julian.Este apartó la mirada de los ojos de Joshua justo a tiempo y se echóligeramente hacia atrás.El cuchillo falló su objetivo de cegarle por una fracción de centímetro y abrióuna gran herida en el pómulo de su rostro.De la herida manó sangre y Julian emitió un gruñido desdelo más hondo de la garganta.Entonces, alguien asió a Marsh por detrás, lo arrastró lejos de la mesa y lo envió volando al otroextremo del salón.El desconocido le alzó en el aire y le lanzó a distancia, pese a sus ciento treinta kilos,como si fuera un niño pequeño.El aterrizaje le produjo un buen golpe, pero Marsh se las arregló pararodar sobre sí mismo y ponerse de nuevo en pie.Vio que había sido Joshua quien le había lanzado, y que era Joshua quien estaba ahora máspróximo a él.Vio que a su socio le temblaban las manos y tenía los ojos grises llenos de temor. Corra, Abner le dijo.Salga del barco, corra.Detrás de él, los demás se habían levantado de la mesa.Vio sus rostros blancos intensos y fijos enél, sus manos pálidas, fuertes y poderosas.Katherine sonreía, le sonreía con la misma expresión queAbner había visto en ella el día en que le sorprendió saliendo del camarote de Joshua.El viejo Simonestaba temblando.Incluso Smith y Brown se acercaban amenazadores hacia él, lentamente,acorralándole.Vio que sus miradas no eran amistosas y que sus labios estaban húmedos.Todos ellosavanzaban ahora hacia él y Damon Julian también salió de detrás de la mesa, casi sin hacer ruido, con lasangre secándosele en el pómulo y la herida cerrándose casi a la vista de Abner.Abner Marsh se mirólas manos y vio que había perdido el cuchillo.Retrocedió de espaldas, paso a paso, hasta tropezar conla puerta cubierta de espejos de uno de los camarotes. Corra, Abner repitió Joshua.Marsh abrió la puerta del camarote y retrocedió a su interior.Entonces vio que Joshua le volvía laespalda y permanecía entre él y los demás, Julian y Katherine y todos los demás, el pueblo de la noche,los vampiros.Y aquello fue lo último que vio antes de dar media vuelta y echar a correr.161CAPITULO DIECIOCHOA bordo del vapor SUEÑO DEL FEVRE, río Mississippi, agosto de 1857Cuando, a la mañana siguiente, el sol se alzó sobre Nueva Orleans como un abultado ojo amarilloque volvía carmesí la niebla del río y que prometía un día abrasador, Abner Marsh aguardaba ya junto alembarcadero.La noche anterior había corrido sin parar, por entre las calles iluminadas con farolas a gas delVieux Carré, como un loco, tropezando con los transeúntes, tambaleándose y resbalando, corriendocomo no lo había hecho en su vida, hasta que al fin advirtió que nadie le perseguía.Entonces, Marshentró en la primera taberna que vio y se tragó tres whiskys seguidos para detener el temblor de susmanos.Por último, ya próximo el amanecer, empezó a bajar otra vez hacia el Sueño del Fevre.Nunca entoda su vida había sentido tanta furia ni tanta vergüenza.Le habían hecho salir corriendo de su propiobarco, le habían puesto una navaja en el cuello y habían asesinado a un niño justo frente a sus narices yen su propia mesa.Nadie podía tratarle así impunemente, pensó.Ni hombres blancos, ni negros, nipieles rojas, ni tampoco ningún maldito vampiro.Se juró a sí mismo que aquel Damon Julian iba alamentarlo mucho.Había llegado el día, y los cazadores se convertían en presas.El muelle latía ya de actividad cuando Marsh llegó hasta él.Otro gran vapor de palas laterales habíaatracado junto al Sueño del Fevre y estaba descargando.Los vendedores ambulantes ofrecían frutas yhelados desde sus carros, y habían hecho su aparición un par de omnibuses de hoteles de lujo.El Sueñodel Fevre despedía vapor por las chimeneas, observó Abner entre la sorpresa y la alarma.Un humooscuro se enroscaba sobre el barco mientras abajo un grupo de estibadores cargaban las últimasmercancías.Apresuró el paso y se acercó a ellos, al tiempo que les gritaba: ¡Eh, vosotros, un momento!El mozo más próximo era un negro de fuerte constitución, de cabeza calva y brillante, a quienfaltaba una oreja.Al oír el grito de Marsh se volvió, con un Lonei sobre el hombro derecho. ¿Sí, capitán? ¿Qué sucede aquí? inquirió Abner.¿A qué viene todo este vapor? Yo no he dado ningunaorden. Yo sólo me ocupo de cargar contestó el otro.No sé nada más, señor.Marsh masculló un juramento y siguió adelante.Hairy Mike Dunne apareció balanceándose sobrela cubierta inferior, con la barra de hierro en la mano. Mike le llamó Abner Marsh.Hairy Mike frunció el ceño dándole a su rostro moreno un fieroaspecto de concentración. Buenos días, capitán.¿De verdad ha vendido usted el barco? ¿Cómo? El capitán York nos dijo que le había vendido usted su mitad y que no vendría con nosotros.Anoche volví un par de horas después de la medianoche, con algunos muchachos más, y York nos162contó que usted y él se habían discutido, que dos capitanes eran demasiados, y que usted le habíavendido su parte.También le dijo a Whitey que diera presión al vapor.Así se hizo, y aquí estamos.¿Escierto todo eso, capitán?Marsh estaba confuso.Los estibadores empezaban a reunirse a su alrededor, curiosos, y por ellocogió del brazo a Hairy Mike y le alejó de la rampa por donde subían las mercancías [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]